
Marsella, 1941. En el caos de la guerra, el ingeniero
estado-unidense Jack Parsons tropieza con un grupo clandestino antinazi,
incluido el teórico surrealista André Breton. En los extraños juegos de los
diplomáticos disidentes, los revolucionarios exiliados y los artistas de
vanguardia, Parsons encuentra y canaliza la esperanza. Pero lo que
involuntariamente desencadena es el poder de los sueños y las pesadillas,
cambiando la guerra y el mundo para siempre.
Año 1950. Thibaut, un luchador surrealista solitario, camina por una nueva y
alucinógena París, donde los nazis y la Resistencia están atrapados en un
conflicto interminable y las calles son acechadas por imágenes y textos que
parecen cobrar vida con las fuerzas del Infierno. Para escapar de la ciudad,
debe unirse a Sam, una fotógrafa estadounidense, y hacer causa común con una
poderosa y enigmática figura... Pero Sam está siendo cazada. Y surgirán
nuevos secretos que pondrán a prueba todas sus lealtades, a la nueva y la vieja
París, y a la realidad misma.
La verdad es que la primera palabra que viene a mi mente
para definir Los últimos días de Nueva París es rara. Pero así, sin pensarlo
mucho. Es la novela más rara que ha caído en mis manos en los últimos años, y
teniendo en cuenta que ha salido de la mente de China Miéville, que rompe todos
los patrones habidos y por haber, el nivel de rareza que alcanza es bastante notorio.
Lo segundo que me viene a la mente es que he disfrutado de otro ejemplo de la
genialidad que caracteriza a este escritor, con una capacidad espectacular para
crear mundos y para presentarnos realidades que nos envuelven y sorprenden.
Los últimos días de Nueva París nos lleva a la Segunda
Guerra Mundial, a un París completamente invadido por nazis a los que plantan
cara una Resistencia de lo más peculiar. Una Resistencia íntimamente relacionada
con el Surrealismo, pero hasta tal punto
que son las obras de arte surrealistas las que han tomado vida y plantan
batalla a los nazis, quienes evidentemente no se van a quedar de brazos
cruzados y para ello utilizarán directamente la fuerza de los demonios invocados
mediante pactos con el Infierno. Sí, efectivamente este argumento suena de
locos pero increíblemente funciona, por lo que acabaremos aceptando esta
realidad que nos cuenta Miéville y acompañando en su huida de la ciudad a Thibaut
y a la fotógrafa Sam. A la vez y poco a poco conoceremos qué ocurrió para
llegar a esta situación y qué es eso a lo que llaman Bomba S.
Los últimos días de Nueva París es una obra corta pero
intensa. Mi sensación es que si tienes unos conocimientos amplios en Arte
Surrealista se disfruta aún más, pero si no los tienes tampoco te limita. En mi
caso, que ando bastante justita de este tipo de arte, me ayudó mucho leer con
el móvil cerca. Además, como el libro cuenta con un apéndice al final de todas
las manifestaciones que aparecen, te ayuda a ampliar conocimientos.
Por lo demás es China Miéville en estado puro. Ese
desconcierto del principio característico, que no sabes muy bien qué te está
contando el escritor hasta que te da todas las piezas y de pronto todo toma
sentido. Ese juego de cambio de realidades, esa ciudad que ya no es sólo una ciudad.
Nunca dejaré de alegrarme que ahora se publique tanto a Miéville, que todavía
tengo fresco el recuerdo de patearme entera la Feria del Libro de Madrid y
conseguir casi a la desesperada El rey rata. Me fui con la sensación de haber
conseguido un auténtico tesoro.