Comer de la basura que genera una universidad de magia
conlleva sus riesgos, y si eres una rata con una alimentación rica en pócimas y
libros de hechizos lo mínimo que te puede pasar es que aprendas a pensar y a
expresar esos pensamientos con tu propia voz.
Si además estás por encima en la cadena alimentaria y eres un gato que
de vez en cuando gusta de comer una rata lo más probable es que te pase lo
mismo y ahora tengas la cabeza llena de ideas.
Y así le luce el pelo a Mauricio, un pícaro gato justito de
moralidad que hace piña con esas ratas inteligentes y con un joven flautista que
es un buenazo. Entre todos intentarán montar lo que parece el negocio del
siglo: ir de pueblo en pueblo infestándolo de ratas para que los aterrorizados
habitantes tengan que contratar al flautista y que les quite el problema de
encima. Pero tal y como se dice, “un gran poder conlleva una gran
responsabilidad” y con la habilidad de pensar viene la moralidad y con ella las
ideas de que tal vez lo que hacen no esté bien.
Con este descabellado argumento Terry Pratchett revisa dos
grandes clásicos de los cuentos infantiles: El flautista de Hamelín y El gato
con botas en una novela ambientada en su vasto universo de Mundodisco dirigida
a un público joven por la que ganó la Medalla Carnegie en el 2001 que se
concede al “libro más sobresaliente para niños y gente joven”. Esto no implica
que un adulto no pueda disfrutar de esta historia, ya no sólo por el enorme
sentido del humor que en ella se encierra, sino por el don que tiene Pratchett
de disfrazar crítica social o temas políticos, religiosos y sociales de Fantasía.
En El asombroso Mauricio y sus roedores sabios es capaz de plantearse con el
mayor sentido del humor posible cuestiones como la existencia de uno mismo, de
la de un ser superior o qué nos espera después de la muerte. Las preguntas que
a todos nos asaltan alguna vez en nuestra vida, ya seamos humanos o ratas
parlanchinas.
Creo sinceramente que hay que leerse Mundodisco antes de
morir y esta novela me parece una buena manera de acercarse a Pratchett. Este
autor tiene un don, una gracia especial para contar historias que hay conocer y
disfrutar, además de una habilidad espectacular para intercambiar guiños con el
lector y todo esto sin dejar de lado la creación de personajes. En esta
historia los tenemos para todos los gustos, desde el buenazo flautista, que de
bueno parece bobo pero luego es mucho más espabilado de lo que parece a la
compañera de aventuras que le toca en suerte, una extraña que chica que piensa
que vive en un cuento de hadas, hasta el astuto gato Mauricio que está haciendo
todo lo que puede para conseguir una jubilación acomodada, sin olvidar a cada
una de las ratas, unas más intrépidas, otras más instruidas, pero todas con
algo que las hace especiales.
Lectura recomendable y más para las fechas veraniegas en las
que estamos.
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