¡Tiembla, hipócrita depravado! ¡Parricida inhumano! ¡Violador incestuoso! ¡Tiembla ante la magnitud de tus delitos! ¡Y eras tú quien se consideraba exento de toda tentación, libre de las humanas debilidades, y lejos del error y del vicio! ¿Es acaso el orgullo una virtud? ¿No es la crueldad un pecado? ¡Sabe,hombre vanidoso, que hacía tiempo que te tenía señalado como mi presa: vigilé los movimientos de tu corazón: vi que eras virtuoso por vanidad, no por principios, y aproveché el momento oportuno de seducción! Observé tu ciega idolatría del retrato de la Virgen. Ordené a un espíritu subordinado y hábil que adoptase una forma similar, y ansiosamente te rendiste a los halagos de Matilde. Tu orgullo se sintió satisfecho ante su adulación; tu lujuria sólo necesitó la ocasión para manifestarse: corriste a la trampa ciegamente, y no tuviste escrúpulos en cometer un crimen que censuraste a otros con despiadada severidad.
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